Decirse “sí quiero” es igual a abrir un negocio, ¿no creéis? En mi experiencia como videógrafa de bodas cada vez encuentro más semejanzas entre ambas actividades y me reconforta saber y poder entender a la pareja haciendo un símil con las inseguridades que experimenté al iniciar “Con M de Moviola”.
El nuevo enfoque que le di a la manera de contar los enlaces me ha permitido indagar en la vida de los novios y saber secretos que quedaban reservados a su entorno. Lo que más me gusta es cómo cuentan el momento en que se conocimos. Casi todos coinciden en una “chispa”, una “ilusión”, una “mecha” que se enciende y que el paso del tiempo ha hecho que cobre más importancia que la que en su momento le dieron. Lo mismo ocurre con el momento en que el resorte emprendedor salta en tu cabeza: lo sabes, lo sientes. Crees en tu proyecto y te lanzas. Te brillan los ojos igual que la primera vez que te besó…
Puntualizo para bajar de esta nube de algodón de azúcar que ambas situaciones se dan más por fe y corazón que porque la certeza sea absoluta. Pero es la única manera de hacer avanzar al mundo.
Dar el paso a contraer matrimonio es otro asunto. Durante un tiempo la pareja se conoce, intercambian sus vidas y comparten espacios… pero hay un día en que deciden poner “nombre y apellido” a lo que están construyendo juntos. Igual que dedicarse plenamente a la vida del autoempleo. Ahí comienza el mar de dudas por la celebración, por ese primer día de casados en que quieren compartir la buena nueva con sus amigos y familiares. Firmar contratos con proveedores, papeleos burocráticos, dejar todo a punto en cuanto a la imagen que quieran proyectar, ¿os suena? Todos estos puntos bien podrían listarse para un enlace o para un inicio de actividad.
Mi consejo ante estas dudas o situaciones viene de lejos, de cuando trabajaba en productoras de televisión y nos veíamos sobrepasados por la esclavitud del tiempo: TODO TERMINA SALIENDO. Es absurdo agobiarse durante los preparativos o porque quieras que todo salga perfecto. Además, esos previos son casi o más importantes que el DÍA D porque pertenecen ya al nuevo camino que inicias. El día de tu boda o el primero en el que levantas la persiana de tu negocio, puede ser tan maravillosamente imprevisible que solo te queda disfrutarlo al máximo y guardar en tu memoria las mil y una anécdotas que llenarán tu mochila de la experiencia.
Y son tan parecidas las bodas a los inicios de un proyecto que hasta en su final encontramos consonancias: si no te va bien, piensa que siempre hay segundas oportunidades… o terceras, o cuartas… traslademos la cultura empresarial americana a la vida romántica: que no nos paralice el miedo al fracaso.
Emprender nuevos proyectos nos hará más fuertes y más sabios que la vez anterior. Y, quién sabe, puede que el GRAN DÍA sea tan maravilloso que te proporcione mil y un años de extraordinaria felicidad. Por si acaso, confía para filmarlo en Con M de Moviola porque entendemos perfectamente qué te está pasando por la cabeza…
“Recordar es volver a vivir”
2 comentarios. Dejar nuevo
Parece mentira, a vuelapluma, que se pueda asemejar emprender un negocio con decir «Sí, quiero», pero después de este post veo que realmente hay más similitudes de las que se pueden pensar a priori. Y no es de extrañar, puesto que al final son dos decisiones de gran importancia, y que pueden cambiar por completo nuestras vidas y nuestro futuro. Sea cual sea el caso, lo que realmente importa es que todo salga como debe, y que las «fotos» y los recuerdos que nos llevemos de ellos sean para recordar una decisión más que acertada. 🙂
Genial Maria!! un abrazo